«

Nov 26 2025

Imprimir esta Entrada

La receptividad no es escuchar: es dejar espacio para ser transformados

Por: Liliana Lugano – Co fundadora de Ruka Talento. Coach y facilitadora en desarrollo de habilidades humanas y liderazgo.

Liliana Lugano

Liliana Lugano

Hay una idea que me acompaña hace años y que confirmo en mi trabajo con líderes, equipos y emprendedoras: no aprendemos porque nos expliquen mejor; aprendemos cuando estamos disponibles. Cuando hay receptividad, algo se abre. Cuando no la hay, no entra nada nuevo, por más valiosa que sea la información.

Y aquí aparece algo importante: la receptividad no es escuchar. Es dejar espacio para ser transformados.

Escuchar puede ser un acto técnico de oír lo dicho y comprenderlo

Receptividad es un acto interno de apertura, de permitir que eso nos toque.

No se trata de asentir con la cabeza, ni de prestar atención, o de chequear lo que estoy interpretando.

Se trata de abrir un espacio real para que algo que viene de afuera —o de adentro— tenga permiso de tocarnos, movernos, incomodarnos o reordenar lo que creíamos que ya sabíamos.

En mi experiencia como facilitadora, la receptividad es siempre un proceso compartido. Para que el otro pueda abrirse, yo también necesito estar disponible. Disponible a lo que aparezca, disponible a no saber, disponible a que algo me sorprenda. Muchas veces, lo más transformador surge cuando dejamos de “guiar” la conversación y empezamos a acompañar lo que emerge.

En las sesiones individuales, esto ocurre con una fuerza que todavía me conmueve.

RUKA Receptividad

Hace poco, una consultante descubrió —a través de imágenes, sensaciones corporales y palabras que fueron apareciendo— que había pasado años intentando encajar en un personaje que no era ella. Se veía a sí misma como una pantera: intensa, instintiva, poderosa. Pero había intentado habitar el mundo como un delfín: amable, suave, sociable, siempre querible.

La imagen era tan clara como cruda:

una pantera encerrada dentro de un traje de delfín.

Incómoda. Torpe. Enfurecida.

Ese traje impuesto no solo le quedaba chico: le quitaba fuerza, criterio y autenticidad. Y, sin darse cuenta, esa represión interna la alejaba de su propia vitalidad.

Cuando pudo recibir esa imagen —no solo entenderla, sino dejarla tocarla— empezó a ocurrir lo importante: habilitar de a poco ese costado reprimido, darle un lugar, permitir que participe. No para “volverse pantera” de un día al otro, sino para integrar lo que siempre estuvo ahí.

Eso es receptividad.

Mirar lo que incomoda sin juzgarlo.

Aceptar lo que aparece.

Abrir un espacio nuevo dentro de uno mismo.

Y es exactamente lo que veo también en los equipos. Podemos hacer talleres, capacitaciones, dinámicas o juegos. Pero nada cambia de verdad hasta que aparece ese instante en el que alguien se permite decir: “Quizás esto que me pasa tiene algo que mostrarme.”

La receptividad es una forma de humildad activa: reconocer que no lo sabemos todo, que todavía hay algo que mirar, que comprender y que transformar.

Para quienes emprenden, lideran o trabajan con personas, esta habilidad es crucial. No porque suene linda, sino porque define cómo crecemos. No hay aprendizaje sin receptividad. Lo que hay, sin ella, es repetición.

¿Cómo se entrena la receptividad?

No con teoría.

No con voluntad.

Con práctica.

Con tres gestos sencillos —y desafiantes:

1. Hacer una pausa antes de responder.

Eliminar la reacción automática abre un espacio interno.

2. Observar qué siento antes de pensar qué digo.

Las emociones muestran mucho más que las palabras.

3. Escuchar sin buscar confirmar lo que ya creo.

La confirmación cierra; la curiosidad abre.

La receptividad no es pasiva: es un modo activo de estar presente. Y es una gran aliada para quienes buscan crecer con autenticidad. Porque cuando nos abrimos a ver lo que evitamos, cuando miramos sin juzgar, cuando damos lugar a lo que incomoda, aparece un tipo de aprendizaje que no se olvida: el que nos transforma.

Cierro con algo que repito mucho en mis espacios de trabajo: sin receptividad no hay aprendizaje, solo repetición. Y repetir no es crecer: es copiar un hacer que no nos pertenece.

 

Enlace permanente a este artículo: https://www.diplomaticsnews.com/la-receptividad-no-es-escuchar-es-dejar-espacio-para-ser-transformados/